5/17/2011

VIDA EN LA ISLA GUANERA DE ASIA EN CAÑETE

Dicen que la vida se inicia en el mar. Y es a la altura del kilómetro 98 de la Panamericana Sur, donde existe una asombrosa isla rica en vida silvestre. Un paraíso que se sostiene frágil ante el avance de las urbanizaciones de playas, y que pescadores artesanales de Asia y biólogos marinos se proponen sacarle provecho, pero respetando el equilibrio que debe existir entre preservación de la naturaleza y ecoturismo sostenible.

En otros tiempos, por muchas razones el hombre asiano le rendía tributos a la isla. Así, el cronista Cristóbal de Albornoz escribió que “la isla de Asia fue un lugar sagrado hasta la llegada de los españoles”. El historiador Saturnino Ruiz en su ensayo Tradiciones Maleñas, dice que en la isla “se adoraba al dios Akat”. Julio C. Tello, en 1925, al visitar la isla reportó “un templo Inca con ofrenda de mujeres decapitadas y abundante alfarería ceremonial”. La leyenda oral habla de una campana encantada en los acantilados de la isla. Hasta hace poco los agricultores del valle se iban en balsa de totora en busca de guano para fertilizar sus tierras. En el 2008 se cosecharon siete mil toneladas del mejor abono natural de esta única isla en todo el litoral de Cañete.

Se trata de una isla que se mantuvo intacta durante siglos. Hace cuatro años viajamos con el biólogo Uriel de la Torre Ríos, especialista en conservación de fauna silvestre de Proabonos, en ese entonces había contabilizado 9,800 piqueros, 7,300 guanayes, 3,800 pelícanos, 500 pingüinos de Humboldt, 8,500 zarcillos, 15,000 gaviotas. Hoy se estima que aquí viven más de 100 mil aves guaneras de los 4 millones que existen en todas las islas del litoral peruano.

Los prodigios de sus 71 hectáreas se complementan con lagartijas, arañas, cangrejos, caracoles, estrellas, chanques, pulpos, lobos chuscos y en ocasiones se avistan delfines. De acuerdo con los estudios del biólogo marino Aaron Conti, señala que “la isla es el hogar de miles de peces, y es en las peñas donde los peces desovan, ahí se origina la cadena alimenticia, ahí están nuestros vecinos a los que también debemos respetar como gustaría que nos respeten”.

Desde la caleta de Bujama Baja, toma unos 45 minutos en bote para llegar a la isla que se alza a 123 metros sobre el nivel del mar y a dos kilómetros de los balnearios de Asia. Los especialistas creen que sería propicio desarrollar turismo responsable mediante actividades de paseo en kayac, buceo y pesca submarina. Sería bueno que los primeros turistas debieran ser los propios biólogos y científicos quienes realicen los estudios, la zonificación y el diseño del circuito ecoturístico en el que se plantee seriamente el valor de las especies.

Esto debido a que en la temporada de verano, son las ruidosas motos acuáticas –por ejemplo– las que ejercen presión sobre el ecosistema, alterando no sólo la tranquilidad de la fauna marina –entre ellas el anidamiento de aves–, sino que ponen en peligro la sostenibilidad de pesca artesanal. Para Elena Bertocci, también bióloga marina y voluntaria ambiental del Cuerpo de Paz, deja en claro “que la isla es parte del mar, si se producen fenómenos naturales o provocados por el hombre a cientos de kilómetros, la isla de Asia es afectada porque el mar es el mismo”.
Hoy la isla de Asia se encuentra protegida por el Estado bajo la categoría de Reserva Nacional. Los especialistas del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) trabajan en el monitoreo de las especies y los voluntarios ambientales del Cuerpo de Paz en la sensibilización, dictando charlas en los colegios de Asia y capacitando a los pescadores. Jesús Zevallos, al igual que otros pescadores artesanales le interesa la idea de ser guías de turismo. El tema es arribar en un sólido proyecto, en el que participe la población asiana, se respeten las costumbres tradicionales, el hábitat marino y la propia naturaleza.

Iván Reyna Ramos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena informacion: