5/04/2010

ESTAMPAS PUNEÑAS VISTAS POR UN CAÑETANO

Texto y fotos: Iván Reyna Ramos - Expreso

Puno es más intenso que su propio frío. Sin helada no tendrían el shuño de cada día, no tendrían esos paisajes excepcionales ni la biodiversidad aparente a las bajas temperaturas. En el tiempo de los Pukara –y mucho antes los Kaluyas–, Puno fue cuna de naciones que hoy se denominan culturas vivas. Estas tierras dieron origen a la papa, la quinua, la cañihua, la alpaca. Crecieron con el majestuoso Lago Titicaca y de él nació el imperio de los Incas.

Llegar a Lampa, es identificarse con el Museo Kampaq, que el profesor Jesús Vargas Quispe ha coleccionado unas 300 piezas arqueológicas. También aquí se encuentra la réplica de La Piedad, misma creación del genio italiano Miguel Ángel y viejas casonas como la de Frisancho. Pero también es estirarse por la ruta cordillerana que asoman a los trapiches mineros, bosques de queñuales conocidos científicamente como Polylepis, y al bosque más grande de Puyas Raimondi que existen en el país, además de los caprichosos farallones de Tinajani y la milenaria cultura Pukara, que enorgullecen a los puneños en el paso obligado de Arequipa, Cusco y Puno.

Después es preciso visitar el distrito de Atuncolla, pueblo con vivencias de la primigenia cultura Qolla, pues ellos levantan sus casas de piedras, la techan con ichu y hacen pago a la pachamama. Unos minutos más adelante se encuentran las célebres chullpas de Sillustani, que en unas 8 hectáreas se contabilizan unos 200 ejemplares, y como dice Hugo Moscoso de la OGD Puno, estos recintos funerarios “son todo un reto a la gravedad”.

A tiro de piedra estamos en el Lago Titicaca –que por su efecto termorregulador– conviven 55 islas flotantes de los Uros aymaras, quienes han demostrado que no son pobres sino herederos de un riquísimo pasado. “Gracias a la totora seguimos manteniendo nuestra cultura viva”, señala Cristina Suaña Coila, presidenta de la Isla Flotante Uros Q´hantati. Y vaya que la totora los alimenta, los abriga, le sirve de leña. Hoy los Uros manejan laptops y están conectados con el mundo a través de la internet. “Ahora sólo nos falta una universidad de los Uros”, comenta Cristina, mientras confiesa que ellos “se enamoran en los totorales y no en las discotecas”.

También es preciso arribar a la Isla natural de Taquile, oasis de manos tejedoras, y que por eso tienen el orgullo de ser reconocidos por la UNESCO como “La Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad”, y como muestra de su manualidad portan una faja representando los doce meses del año, todo un calendario costumbrista de los taquileños. Después nos trasladamos a la Isla de Amantaní, que según Oswaldo Calsín Cari –un esmerado difusor de su cultura– en esta isla natural se encuentra el mayor centro energético del planeta que convoca a los lugareños a practicar rituales de la cosmovisión andina en el que tiene lugar la sagrada lectura de la hoja de coca, pero además son expertos pulidores de piedras que lucen sus calles y edifican sus casas con tallados impresionantes.

Ticonata es otra isla que desarrolla el turismo vivencial. Se destaca por sus casas circulares llenas de calor, y que en los últimos años, los hallazgos de huesos fosilizados y siete momias cubiertas de ichu
–posiblemente perteneciente a la cultura Qolla– llamaron la atención de Caritas Puno que con el financiamiento de Fondoempleo se realizan trabajos de investigación arqueológica y antropológica en un Centro de Interpretación, para que próximamente “Ticonata tenga nuevas luces de su pasado y nuevas alternativas al turismo”, dice Felipe Ramos de Caritas Puno.
Después aterrizamos al centro poblado de Ccotos, donde hombres y mujeres elaboran finos cojines, mantas, frazadas, binchas, carteras, portacelulares, los mismos que son cotizados por hoteles y restaurantes. Luego nos recibe Llachón con sus pobladores quechuas que se han juntado en 11 asociaciones de turismo rural y vivencial para pasear a los turistas en kayac, veleros, caminatas. Aquí tienen la vieja costumbre de que las mujeres solteras usan un chullo largo que tiene la forma de la flor de la Cantuta.

Esta es una muestra de Puno en estos tiempos –y dentro de poco, al darse paso la Interoceánica– las ofertas y demandas crecerán cuando brasileños, chilenos, bolivianos y turistas de otras latitudes viajen por esta región que tiene selva tropical, nevados, culturas vivas, arqueología, paisajes, gastronomía, danzas, idiomas y el abrigo de su gente. Puno tiene todo, es orgullo del Perú, pero dependerá mucho de sus pobladores la preservación de sus recursos y la oferta de un turismo sostenible.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Oigan, se han percatado que detrás de la foto de las chullpas hay un arco iris, que loco, es una foto como dice el titular de estampa, una postal, y no hay mas fotos cañete hoy?
Carlos Sánchez