Texto y fotos: Iván Reyna Ramos
Sarapampa es más que una playa de Asia, una fascinación con los sentidos y el contacto con la tierra de los Incas. Hace cuarenta años, don Alejandro Delzo Chumpitaz, agricultor del anexo Esquina de Asia, tropezó un buen día con unas mazorcas de maíz morado cuando caminaba por la cabecera de estas sabanas. Al escarbar encontró varias colcas, las mismas que el cronista español Pedro Cieza de León dijo que se trataban de “tributos que por si venía años de esterilidad mandaban abrir los depósitos y luego en el año de hartura lo volvían a llenar”. Y después nuestro compatriota el Inca Garcilaso de la Vega añadió que “en cada pueblo había dos pocitos, en uno se enterraba los granos para socorrer en años secos, y en el otro pocito se guardaban las cosechas del Sol y del Inca”.
Al reportarse este hallazgo ya se entiende el nombre de Sarapampa que en voz quechua significa “pampa del maíz”. Y lo que se encontró en esta pampa fue precisamente maíz. Algunas crónicas dicen que las mujeres se encargaban de enterrar los granos en los médanos al borde de los cerros, ellas sabían de las condiciones bioclimáticas para que las semillas no se deshidraten hasta por cinco años y estén lejos del alcance de la humedad, los roedores, gorgojos y polillas. A decir del arqueólogo Rommel Ángeles Falcón del Proyecto Arqueológico y Puesta en Valor “Huaca Malena” en Asia, estas colcas habrían servido como “almacén de alimentos y como semilla para los nuevos cultivos”. Hoy las dunas arrimadas por las ráfagas del viento han enterrado por completo estos graneros, pero una excavación casual develó hace unos años otro asombroso hallazgo Inca, se trata de una chuspa (bolsa inca) de lana listada conteniendo un hermoso tocado con corona de plumas –;al parecer–; de gallitos de las rocas, patos y guacamayos. Si hubiera voluntad política de las autoridades de Asia en apoyar a los científicos se podría encontrar más retazos de la historia.
Sin embargo, las mil hectáreas de Sarapampa (altura del kilómetro 110 de la Panamericana Sur) es un buen punto para el paso de motocross, motos de cuatro tiempos, 4x4, bicicletas de doble suspensión y también para las caminatas. El embriagante sol y las sombras siempre en movimiento animan los fines de semana a puñados de aventureros a derrochar adrenalina en estos páramos de caprichosas formaciones. Junto al piloto asiano Carlos Vilcaluri Ramos, desafiamos las intrincadas colinas, y entonces las ruedas empezaron a marcar la arena y un reguero de polvo empezó a perseguirnos, mientras desde lo alto observamos campos barridos, las cicatrices de un río seco que baja desde las lomas y se pierde en medio de la pampa, y abajo el Pacífico se pinta de azul irresistible.
La playa de Sarapampa, que se estira en unos cinco kilómetros desde Pasamayito al Rincón, siempre fue una de las preferidas de los curtidos pescadores. Los asianos la recorrían a pie o en burro desplegando sus variados sistemas de pesca artesanal. Era común ver técnicas de cordel como “el corrido”, “el directo”, “la robadera”, “el espinel”. También la pesca con redes como “el rodeo”, “el trasmayo”, “el chinchorro”, “la cala”. Mi abuelito Artemio Ramos Campos llegó a contarme sus hazañas de pesca en caballitos de totora y sus generosas cosechas de corvinas, lenguados, rayas, guitarras, toyos. Hoy los caladores se montan en balsas de tecnopor.
Sin duda, Sarapampa es una de las playas saludables para acampar en este verano. Los fisioterapistas recomiendan los masajes producidos por los vaivenes de las olas que están cargadas de betaendofinas, las que nos llenan de energía, alegría y felicidad; pero además contribuye a la formación de melatonita (antioxidante cerebral) que nos relaja en un sueño profundo. La brisa es otro ingrediente que contiene yodo para darnos serenidad, produce hormonas que previenen el envejecimiento y nos ayudan adelgazar. Y de paso, tiene el servicio de seguridad ciudadana que ofrece el Serenazgo de Asia, cualquier eventualidad llamar al: 778-8220 / 120*8363.
Así es Sarapampa, con sus secretos y matices de historias y soledad, lo que dijo el historiador alemán Ernest Middendorf en su obra Wörterbuch des Runa Simi oder der Kesua-Sprache, publicado en 1890, que Asia proviene del quechua "Asya", que puede traducirse como ¡Adelante! ¡Ánimo!, impuesto por los Incas al llegar a este valle después de una larga excursión por los arenales, y que para adelantar a las tropas trataron de infundirles esperanza exclamando: ¡Asya, que más adelante será recompensado el sacrificio! Y vaya que Sarapampa sí que recompensa esas ansias de eternidad.
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