CARETAS.-El ministro del Interior, a quien Humala le pide consejo incluso en temas que no son de su competencia, es protagonista en la resolución de los últimos conflictos sociales. Además, la Dirección Nacional de Inteligencia vuelve al ruedo.
La última ola de conflictos sociales tiene en su cresta al ministro del Interior, Óscar Valdés Dancuart.
Fue él quien más ajustó las clavijas a los dirigentes de Cajamarca que el domingo 4 llevaban ocho horas reunidos con los representantes del Ejecutivo.
El titular del Interior, un teniente coronel (r) del Ejército devenido a empresario en los últimos veinte años, no ha ganado muchos amigos con el resultado.
Efectivamente, en días en los que la protesta aprieta, el presidente Ollanta Humala parece replegarse al sector donde se formó. Y a la salida de Carlos Tapia, que protagonizó una guerra por twitter con el asesor Luis Favre (CARETAS 2209), sobrevienen pisadas fuertes.
Con el recrudecimiento del piteo y la inesperada explosión social de Cañete, que saldó con un muerto entre quienes se oponían a la ampliación del penal en la ciudad, comenzó un fin de semana protagónico para el sector de Seguridad del gobierno.
El viernes por la mañana comenzaron las reuniones del gabinete de crisis convocado por el presidente Humala. Ahí estaban además Lerner, Valdés, el ministro de Defensa Daniel Mora, el titular de la Dirección de Inteligencia Nacional, Víctor Manuel Gómez Rodríguez, y el asesor presidencial en materia de seguridad, Adrián Villafuerte. No todos se llevan bien entre sí –particularmente los dos últimos–, pero trazaron rápidamente el tablero de juego.
El estado de emergencia ya era una opción, pero Lerner se inclinaba por un último gesto político de negociación. El primer ministro, por cierto, venía de participar en la CADE (ver nota aparte) con la presentación de un nuevo esquema de desarrollo minero que matiza el ya famoso y demasiado determinante “Conga va” que Humala sentenció a su retorno de la cumbre APEC.
Del gabinete de crisis salió un comunicado que en Palacio consideran fue un “ultimátum cívico”. Con los mencionados ministros fueron también los titulares de Inclusión Social, Carolina Trivelli, de Trabajo, Rudecindo Vega, y de Vivienda, René Cornejo.
“Fueron jugadas todas las cartas políticas”, concluye un cercano colaborador de Humala.
La tarde del mismo viernes Humala, Valdés y Villafuerte sobrevolaron la carretera Panamericana Sur, bloqueada por los manifestantes de Cañete.
Humala pretendía aterrizar y dialogar con estos últimos, pero Valdés recibió una llamada de inteligencia policial en la que le advirtieron de lo delicado de la situación. El helicóptero, finalmente, aterrizó en el kilómetro 140 de la Panamericana Sur, a la altura del puente Playa Hermosa, pero solo descendió el ministro.
“Los peruanos debemos entender que esto nos hace perder tiempo, dinero y vidas”, declaró a RPP.
Esa misma noche, Valdés volvió a Palacio y advirtió de una lista de más de 100 conflictos que, como el de Cañete, podían estallar en cualquier momento. Insistió con una “medida dura” para evitar más muertos. Valdés mostró al Presidente notas de Inteligencia del Ministerio del Interior, la Digimin, que alertaban de nuevos disturbios en Cajamarca, Andahuaylas y Madre de Dios.
Una fuente del despacho de Valdés dijo que la confianza entre Humala y Valdés se ha fortalecido a tal punto que el Presidente le pide su opinión hasta en temas que no son de su competencia. Ambos discutieron en Palacio el caso de Omar Chehade (recuérdese la insistencia de Valdés para que el tema se resolviera) y trascendió que Valdés también ha dado su punto de vista sobre la posibilidad de un posible cambio ministerial antes de finalizar el año.
EL CORONEL EMPRESARIO
El ministro del Interior tiene 53 años. Se graduó como artillero del Ejército en 1971. Pertenece a la misma promoción que el coronel EP (r) Roberto Huamán Azcurra, brazo derecho de Vladimiro Montesinos, aunque dice que solo lo recuerda de las épocas de la Escuela Militar de Chorrillos (EMCH).
En 1991 pidió su pase al retiro y al año siguiente se marchó a Tacna, de donde es oriunda su esposa. Entre 1992 y 1994 se dedicó a la ahora prohibida importación autos usados del Japón, siendo pionero en el negocio. Posteriormente, ingresó a la empresa de su suegro, la corporación ADC, cuyo origen está en una molinera, y escaló al puesto de gerente general. También cumplió altos cargos en cámaras de comercio del sur del país.
En los comicios de 2010 postuló sin éxito a la presidencia del gobierno regional de Tacna por el Movimiento “Recuperemos Tacna”. Valdés contó a CARETAS que, ese mismo año, se reencontró a Ollanta Humala en un avión. El ahora Presidente lo recordaba porque Valdés fue instructor del arma de Artillería. Inicialmente, Humala le propuso integrar su lista congresal y Valdés no aceptó. En julio le ofreció Interior.
Durante la citada campaña declaró que “para postular conversé con él (Humala). Le dije que no me gusta como él plantea su programa. Yo soy un verdadero nacionalista que apoya la inversión privada”.
Ahora están más de acuerdo.
Un asesor de su despacho asegura que Valdés ha ido ganando terreno “de a pocos con Ollanta por su estilo gerencial”.
A Valdés se le atribuye callado protagonismo en otras dos decisiones fundamentales de Humala: declarar en estado de emergencia Madre de Dios tras la ofensiva contra la minería informal del pasado 5 de noviembre (CARETAS 2206) y el cierre de 50 grifos ilegales en el Valle de los Ríos Apurímac Ene (VRAE).
DINI AL RUEDO
La Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), un sector minimizado desde la debacle de Vladimiro Montesinos, muestra también inusual actividad. Su director, Víctor Manuel Gómez Rodríguez, viajó personalmente a Cajamarca durante el fin de semana. Sus predecesores no solían dejar las instalaciones de Las Palmas, en Chorrillos. Y la experiencia laboral de Gómez en el rubro de Seguridad del sector minero enfatiza el interés en la conflictiva materia.
En Inteligencia temen genuinamente que las últimas protestas conlleven un efecto dominó de consecuencias impredecibles para el gobierno. Con la imposición del estado de emergencia las aguas han comenzado a calmarse. Pero el destino del proyecto Conga, que representa casi US$ 5 mil millones, sigue en serio entredicho.
NOTA DEL DIRECTOR: Con todo lo dicho, ya sabemos entonces quién estuvo detrás de la represión a la población y la prensa y cómo se jugaran las cartas en nuestros próximos reclamos. Lizetti no fue más que un peón y claro que caerá en saco roto todo pedido de sanción. Estamos advertidos.
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