El derecho a la libertad de opinión es, sin duda alguna, la esencia de la democracia. Por ello volvemos a las andadas en pleno proceso electoral. Esta vez para quedarnos.
Habremos de contribuir a la discusión en torno a ¿Qué es lo que queremos para Cañete? Y en consecuencia someteremos a debate los Planes de Gobierno, evitando -como debe ser- los insultos, las diatribas, los golpes bajos e irresponsables vehemencias. Insistiremos en la planificación concertada del desarrollo de la ciudad y el campo. Privilegiaremos la defensa de los derechos humanos y la necesidad de combatir la inseguridad ciudadana. Defenderemos el derecho al trabajo y el despegue de las pymes como motores de la economía local. No cejaremos en frenar los exceso y tiranías de los gobernantes locales y regionales.
Reafirmamos el derecho ciudadano de acceso a una información veraz, sin distorsiones. La información es un bien social y no una mercancía.
José María Vigil repetía a Tácito afirmando que la libertad de prensa, lo mismo que todas las libertades, tendrá sus inconvenientes, tendrá sus peligros; pero con todos ello es preferible a la tranquila placidez del despotismo. Pensamiento que suscribimos.
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