Por Humberto Barba

Ejemplo: cuando se acusa a un candidato de ser de "derecha", lo que se le está diciendo es que está ligado a intereses empresariales y lejos del pueblo. Y cuando alguien se autodenomina de "izquierda", lo que busca es vender el cuento de que se trata de un idealista sin otro norte que el de servir a la gente. Pero el político criollo que se proclama tal, no las tiene todas consigo, ya que un sector considerable de la población identifica este vocablo con marxismo, estatismo, demagogia, violencia. De aquí el poder de la palabra "centro", es decir: moderado, prudente, conciliador. Ésta es la razón de los apellidos compuestos: centroderecha, centroizquierda, socialcristiano, socialdemócrata. Pero en realidad no existen diferencias sustantivas entre estos antagonistas, pues una vez en el poder, cualquiera que sea la máscara que hayan escogido, están obligados a seguir las inexorables leyes de la economía de mercado. Si hubiera otra alternativa, bueno, se podría ensayar; pero como no existe ningún otro camino fuera del capitalismo, no queda otra opción que quitarse la máscara y gobernar según sus normas. De aquí los desencantos posteriores.
Todos los candidatos saben que en una campaña todo es forma y que la forma es el fondo. Las formas sirven para impresionar, deslumbrar, escondernos y demostrar que no somos lo que somos. Pero como no es fácil hacer que la gente coma cebo, se necesita de mucha astucia y de no pocos periodistas de alquiler para triunfar en este juego de vanidad y poder que se llama política.
NOTA DEL DIRECTOR: No comulgamos con la forma de hacer política del autor de la nota (madre vientre de alquiler). Pero con la presente confesión de parte parece que Beto Barba trata de expiar sus culpas retratando fehacientemente a los políticos de turno.
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