Asia, la tierra prometida
Las lomas de Asia no se encuentran en las guías turísticas, pero sus ocho mil hectáreas son el refugio natural de una importante biodiversidad que ha dado origen a uno de los ecosistemas costeros más hermosos que se puede visitar a 100 kilómetros al sur de Lima.
Texto y fotos: Iván Reyna Ramos
Todavía húmeda por la llovizna de la noche anterior, en el camino abunda la flor de piedra y líquenes que sólo existen donde el aire es puro. Estas buenas condiciones climáticas han permitido la vida silvestre de amancaes, mala mujer, tabaco, ortiga, chave, malva, oreganillo, manzanilla, hierbablanca, mitos, taras y guarangos. Todo un banco genético a tener en cuenta.
En esta aventura de tierra verde que se eleva hasta los 400 metros de altura, es posible avistar zorros, lagartijas, lechuzas, chirotes, tórtolas, aguiluchos, cernícalos, pamperitos y el turtupilín que los asianos conocen como “putilla”. En otros tiempos brincaban venados y vizcachas. Aún así, la naturaleza ha prodigado con tres ojos de agua (puquio salado, hierbabuena y Sauce) para que sus habitantes calmen la necesidad de la sed.
En verano, cuando los miles de visitantes recalan en las playas de Asia, estas colinas lucen desérticas. Es a partir de mayo cuando la neblina se arrastra al suelo por efectos de la corriente fría de Humboldt y la humedad se condensa entre las piedras, cactus, y hasta las telas de araña actúan como atrapaneblinas. Entonces la vida brota de la tierra. Se podría decir que estamos en una de las sobrevivientes de nuestras costas, pues en los últimos 500 años han desparecido un millón de hectáreas de lomas por el sobrepastoreo, la extracción de árboles para leña, y la explotación de minerales.
Entrado agosto, en los predios yauyinos de Omas, Pilas, Tamará, Huampará, Tauripampa, Porococha, Quinocay y Ayavirí, los forrajes empiezan a secarse, y entonces los ganaderos emprenden viaje cuesta abajo hasta el valle de Asia. Tanto asianos como yauyinos asientan sus rebaños en la loma de su preferencia. Así, las lomas al sur del valle conocidas como Quilmaná, Pacay, Lúcumo, Cayará, Ancapuquio, Páchika, Guaranguito, sólo permite el ingreso de ganados vacunos y por eso están mejor conservadas. La situación no es igual al norte, donde las lomas de Casablanca, Calero, Hierbabuena, El Sauce, Perico, Casagrande, El Tarito, Pacay, sí se consiente el pastoreo de caprinos, ya que estos erosionan el suelo y acaban con las semillas.
Pero el viaje de los yauyinos tiene que repetirse religiosamente todos los años. Se trata de una costumbre donde los animales parecen vivir su propia tradición. Cuenta doña Liduvina Vivas (pastora de Tauripampa), si un invierno no baja a las lomas, en esa temporada el ganado sufre de estrés que incluso termina con la muerte. El intercambio entre andinos y costeños se ha dado desde siempre, por ejemplo es común el trueque de camotes por papas, pescado salado por charqui, chapanas por queso.
La Comunidad de Asia, heredera de estas lomas, levantó un enorme corral de piedras en la loma de Calero que sirvió para el tradicional “rodeo”. Se trataba del encierro de ganados para que luego el dueño pague el consumo (pasto, agua, espacio), lo que hoy se conoce como servicios ambientales. La fiesta se acompañaba con sopa bruta y chicha de maní. Al atardecer, los asianos regresaban cargados de la flor de amancaes para adornar sus casas. Hace unos días, la comunidad captó más de 3 mil soles de unos 60 rebaños. Según su presidente, José Napán Villalobos, el dinero servirá para elaborar un ambicioso proyecto de reforestación de lomas.
Lo irónico es que las piedras del corral de rodeo desaparecieron con la misma velocidad con que los nuevos dueños de playas construían sus residencias. Los explotadores de minerales avanzan despedazando las lomas. Desde lo alto se observan las antiquísimas terrazas agrícolas en franco deterioro. Es más, el arqueólogo Frédéric Engel (1959), a su paso por las lomas de Casablanca reportó que había visto unas líneas como las de Nasca. Sería bueno que el proyecto comunal también incluya la conservación de estos sitios que han sido inventariados como arqueológicos.
En esta iniciativa debería participar la municipalidad de Asia, pero cómo pedirle a un alcalde que nunca nos recibe porque siempre hay pretexto para estar ausente. Con tantos recursos económicos y culturales, un serio proyecto de circuito ecoturístico podría sacar de la pobreza a mi pueblo que vive históricamente sus necesidades.
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* Un cañetano llamado Chuquimancu
Excelente articulo. Pueden enviar tel # o correo electronico de Ivan Reyna Ramos a abue3151@yahoo.com ? Gracias.
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