8/13/2014

UN ESCRIBIDOR CAÑETANO

Entonces empiezo a escribir y releo la frase y me doy cuenta que siempre que quiero hacer que cada texto sea la continuidad de otra cosa, la vida, empiezo con la palabra entonces. Y es entonces que caigo en la cuenta que nada más ver plasmados en figuras - letras, signos, espacios - mis pensamientos las ganas de continuar escribiendo y escribiendo se mantienen inagotables, interminables, como este gran párrafo que tiene apenas ínfimos islotes , puntitos, seguidos que los planto aqui y alla a efectos que puedan ser lugares de descanso que ayuden a mejor digerir mis frases. ¿Y porqué escribir y no hablar solamente? ¿No es el verbo el principio de todo? Tal vez pero sufre de inmediatez su vida es efímera, circunscrita sólo a la capacidad de quien la oyó. El texto no, se mantiene, vive, supervive, sobrevive, tiene lo que todos aspiramos eternidad, permanencia, la inmortalidad. ¿Cuántos escritores que ya no están en este mundo no viven en sus obras y yo los releeo una y otra vez tratando de encontrar en ellos respuestas a mis dudas actuales? En fin, pongamos fin a esto , expurgué a mis demonios por el momento y ahora descansa en paz mis ansias de escribir, pero son indomables y poco dados a la quietud, no prometo dejar de teclear y teclear.

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