9/12/2011
TESTIGO CLAVE DE MATANZAS DEL GRUPO COLINA SE MUERE EN CAÑETE
Justo Arizapana Se encuentra con parálisis parcial. Reciclador vio cómo el Grupo Colina escondía los cuerpos de los asesinados estudiantes de La Cantuta. Ahora requiere ayuda.
LA REPUBLICA (Jonathan Castro).-Las constantes preocupaciones que tenía luego de haber contribuido a hallar los cadáveres de los estudiantes de La Cantuta le han jugado el más triste desenlace a Justo Arizapana.
El viernes último, el humilde reciclador amaneció con parálisis parcial del cuerpo. Su amigo Luis Calagua Ojeda, quien lo hospedaba en su terreno, lo encontró convaleciente en el austero cuarto que le habían armado con llantas.
Acostumbrado a vivir a salto de mata por el miedo a las represalias, hace 3 meses se hospedó en la casa de su amigo Calagua Ojeda en Nuevo Imperial, Cañete. Allí continuaba su trabajo como reciclador.
Diagnóstico médico
El día sábado, Justo Arizapana logró ser trasladado al hospital Rezola de San Vicente de Cañete. Luego de algunos inconvenientes, la asistenta social Juana Rosa Ojeda dio la orden para que se le exonere de los pagos por ingreso a emergencia. La atención por el momento se encuentra garantizada.
Según el primer diagnóstico del médico de turno, Dr. Julio Choque, la parálisis del lado izquierdo de su cuerpo se puede deber a una hemorragia o un infarto cerebral.
Arizapana necesita una tomografía para determinar la causa del malestar y poder iniciar un proceso de rehabilitación, que no será menor a los 6 meses. El hospital Rebaza no cuenta con los implementos para realizar ese análisis. Según refieren los internos, necesita del apoyo de privados, pues no es el primer paciente que llega en esas condiciones.
Al cierre de esta edición, Luis Calagua señaló que Arizapana necesita de un traslado inmediato a Lima. El costo de los exámenes y la movilidad es de 650 nuevos soles. Ellos no tienen los recursos para realizar ese pago.
Testigo de excepción
El 24 de abril de 1993, el Grupo Colina ingresó a la quebrada Chavilca, en Cieneguilla, para realizar el segundo entierro de los nueve estudiantes y el profesor secuestrados de la Universidad La Cantuta. Esa noche, Arizapana se había quedado a dormir allí. Fue testigo de las maniobras del grupo paramilitar para ocultar los cadáveres.
En compañía de su amigo Guillermo Catacora elaboró un mapa del sitio en el que se produjo el entierro y tomaron una muestra de hueso. Las pruebas fueron entregadas al ex congresista Roger Cáceres, quien hizo llegar el sobre a los periodistas de la revista Sí. Los reporteros dieron con el paradero de las fosas gracias al mapa.
Justo Arizapana participó en el documental “La Cantuta en la Boca del Diablo”.
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