5/26/2010

¿PEGARA LA K COMO NUEVO SIMBOLO DEL FUJIMORISMO?

K

Por Mirko Lauer


Las pintas en diversos puntos del país indican que Keiko Fujimori ha elegido la inicial de su nombre y un nuevo esquema de color como logotipo de su campaña. Una K mayúscula en blanco sobre un círculo naranja ubicado dentro de un cuadrado negro. Una imagen más cercana a las comerciales que a los membretes políticos conocidos.

Tan cercana la imagen que es evidente que el artista gráfico ha cambiado el rojo del logo histórico de Texaco (grifos, gasolina, lubricantes) por el naranja fujimorista, retirado la estrella de cinco puntas, y sustituido la T por un K. El logo Texaco es uno de tantos considerados masónicos.

¿Puede funcionar? Al menos en inglés la K es eficaz. Es el sonido más común en las 200 marcas top, nos dice la revista Marketing, y trae connotaciones de poder, impacto y comunicación. En posición inicial el sonido suma la idea de dureza. Exacto para una campaña que se da bajo la palabra fuerza (como en “Armando tiene fuerza”, 1980).

Aquí en el Perú las connotaciones de K van por otro lado. La asociación con cierta extranjería es evidente, como en PPK, Kouri, o para el caso, Mirko). Quizás el intento es volver algo más domésticas esas dos Ks de Keiko, o producir una versión sintética de la palabra tecnología, usada con éxito en la campaña de 1990.

No es una grafía consensual. Su uso en una de las formas de transcripción del quechua, como en kechua, busca tomar distancia del castellano dominante. Cuando sus detractores llamaban al controvertido Henry Kissinger Mr.K lo hacían para poner de relieve su nacimiento en Alemania, y tal vez de paso su judaísmo.

Lo que más marca el lado oscuro de K es su figuración en la sigla del infame Ku Klux Klan, racistas disfrazados de blanco para perseguir a los negros. Por lo pronto pintores desaprensivos o desinformados han colocado la nueva K fujimorista de a dos, y hasta de a tres por los cerros y las carreteras.

Pero complicada y todo, la K tiene que ser grata a una familia que aporta un Kenya, una Keiko y un Kenyi al vocabulario político nacional. Está por verse si Alex Kouri se va a querer prender del ubicuo logotipo. Lo que no veremos por cierto es un Kastañeda o un del Kastillo en la competencia presidencial.

Quizás la K más célebre en la cultura es Joseph K, el personaje de Franz Kafka, víctima arquetípica de la burocracia en un sistema judicial. Kafkiano está en el diccionario. Lo más parecido que tenemos aquí es la K de Rendón Wilka, el personaje de Ciro Alegría, luchando en el laberinto de la expoliación a las comunidades andinas.

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