ADIOS LUCHO BARRIOS, DE UN CAÑETANO QUE SE ACUNO EN TUS BOLEROS

Quien no escucho sus boleros cantineros con el clasico tono grave de los discos Long Play, entre el sopor de la noche avanzada y la cobija que apenas te abrigaba, mientras que alla arriba la gente disfrutaba, nunca escuchó a Lucho Barrios.

Más que en una cantina, con una o más copas por delante, las letras que entonó el bolerista me acompañaron cual canción de cuna durante la infancia: mis padres tenían por entonces un pequeño negocio de venta de salchipapas en el Ovalo Grau al cual acudían de manera esporádica clientes que pedían disfrutar de sus interpretaciones. Los vinilos de quien hace pocos nos dejó descasaban en ese entonces cuidadosamente resguardados en sus sobres de cartón junto a los discos de la nueva ola, mis otras melodías de arrullo.

Medio dormido ya por lo avanzado de la noche, este servidor se acostaba bajo el mostrador y entre la letra que rezaba "...Que cruel condena/ ver tu retrato en el cuartito/ donde mis manos, te acariciaban..." y aquella declaración de culpabilidad: "..Lo que vi esa noche no es para decirlo, ella me engañaba con otro querer..", acompañada de una siempre melodiosa guitarra me quedaba dormido pero mi mente continuaba disfrutando.

Hoy Lucho Barrios ya no está. Murió en la miseria como todo buen artistas. ¡Descansa en Paz, amigo!