Hay personas que anteponen al sol del Caribe y la comodidad de una hamaca en la playa otra clase bien distinta de turismo. Aprovechando los días de descanso que se han ganado durante el año optan por dedicar este valioso tiempo a ayudar a los más necesitados. Así, a través de una ONG o de proyectos de colaboración de distintas fundaciones, tanto laicas como religiosas,viajan a otros países donde su aportación, en forma de granito de arena, hace que la pobreza y miseria del mundo sea algo menos ajena a uno mismo. Su única y mayor recompensa es la sonrisa de las personas a las que ayudan. Son las llamadas «vacaciones solidarias».
Un grupo de universitarios del Colegio Mayor Albalat de Valencia viajó en julio a un campo de trabajo de Lima, a 4.000 metros de altitud, para ayudar en la reforestación de la zona de Yauyos, en los Andes peruanos. Entre ellos se encontraba Alejandro Belando. «No tiene nada que ver con la vida aquí», explicaba.
«No hay casi carreteras asfaltadas, ni vehículos», añadió recordando como en un todoterreno se subían hasta 20 personas. «Los niños tienen que hacer caminatas de hora y media para ir al colegio»
Durante los 15 días que estuvieron allí se pusieron el mono de trabajo y colaboraron reforestando un área y «poniendo cercas en los cultivos para que los animales salvajes no se comieran los alimentos».
«Pensábamos que íbamos a ayudar y lo que puedes ayudar allí es insignificante, ellos lo hacen en menos tiempo». De hecho, Alejandro recuerda que los niños estaban acostumbrados a trabajar. «Los padres no tienen tiempo para jugar con ellos». El ocio de un niño peruano contrasta con el de cualquier menor en Europa. «Un niño puede estar jugando 10 horas con un palo, mientras que los chavales de aquí necesitan el último videojuego para divertirse».
Alejandro ya piensa en repetir esta experiencia el próximo año.
Vale, felicitaciones, a los muchachos, ya quisieramos ver a los alumnos de las universidades cercanas Del Callao y de la Faustino de Lunahuaná, esa Coordinadora Sra. Mamani, nomas para en Huacho y nunca en Lunahuaná, ya se le debe cambiar por uno de Cañete.
ResponderBorrarno seamos injustos con los de nuestras universidades, las realidades de un univ nacional peruana y uno europeo son tan diferentes q no tienen punto de comparaciòn, pienso q el punto sería el verdadero incremento del presupuesto para las universidades para q puedan hacer trabajo de campo pagado a los alumnos de modo tal q puedan adquirir experiencia, ayudar a las comunidades y llevar un poco de dinero a sus casa.
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